
qué raro, te conozco tanto,
de tan poco, esperando verte aquí.
qué loca, me robaste el aliento,
a besos y deseos, y aún no entiendo,
porque hoy no estoy ahí.
Y divago y divago, entre la costa
de tus caderas y ese recuerdo basta,
para seguir imaginándote aquí.
Y me acuesto con el secreto deseo
de aquella mañana que desperté junto a ti.
Daría lo que fuera por estar ahí,
tu boca y sus besos, esos ojos gitanos.
Pero mientras tanto, seguiré divagando,
quizás mañana despiertes aquí.
Y es que si fueras Dulcinea...