
Por Alonso Monroy
El Senna esa tarde se vió más azul que nunca,
y eso que nunca me viste así,
destrozado, vacío, perdido.
El Senna esa noche perdió la ilusión,
se fundió en desesperación,
y me ahogó sin razón.
Tristezas, alegrías,
la melancolía se estacionó.
Pero el Senna cambió de color.
Amarrilla primavera, azafrán de pasión,
volvió con calor, sudor y otra canción.
El Senna volverá, siempre que cambie de color.
El Senna volverá con cada sol.
con cada suspiro de buena voz.
Y si el frío y la noche vuelven,
que esta vez sea con cándil,
velas, pennylane, un vino,
sexo, música y mucha pasión.
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