
Hace poco me detuve a leer el fascinante baile coqueto de la Jaiba como ritual afrodisiaco y sensual hacia su pareja Jaiba. El baile no es sólo un juego pispireto, sino que el golpeteo de sus pinzas con las rocas del mar, crean ondas que envían mensajes de amor y sexualidad hacia la Jaiba hembra. Sin embargo, no todo podía ser tan feliz para las Jaibas. Al ser animales que viven en zonas rocosas, bahías y estuarios con ambientes turbios y amenazantes, las Jaibas padecen de muchas dificultades para aparearse. No obstante, Venus y la Madre Naturaleza no fueron tan despiadados con la Jaiba. Y es que, ante esta situación, los machos logran golpear su cabeza delicadamente con sus pinzas para expulsar feromonas que inquietan alocadamente a la hembra. El rastro de dicho mensaje es seguido por la Jaiba hembra hasta llegar a un lugar seguro que ya ha encontrado el macho. Su nido de amor.
Lo anterior, fue un desarrollo evolutivo de las Jaibas, ya que antes no tenían la necesidad de realizar la danza y el envío de feromonas ya que décadas pasadas, sin la construcción masiva, la depredación humana, y el calentamiento global, siempre tenían al alcance un lugar seguro para hacer el amor.
(dedicado a la Hayba)
y ahora, a gozar:
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