Matrimonio, decisiones de vida

Alonso Monroy
OCTUBRE 4 2007

MATRIMONIO: DECISIONES DE VIDA

Miente el que asegure que es una fácil decisión. Miente quien niega el nerviosismo momentos antes del esperado día. Y es que todos saben que antes de hacerlo, la vida te cambia para siempre, tu camino ya será otro, comienza un nuevo ciclo, un destino compartido. No cabe duda que los matrimonios siguen y seguirán dando mucho de que hablar y es que los que han estado ahí, saben que es una decisión que girará el rumbo de tu existencia, ahora serán dos, una vida nueva que a muchos atemoriza, a otros más confronta profundamente, pero sin lugar a dudas, a todos nos mueve.

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El matrimonio es una tradición religiosa y civil muy arraigada en nuestra sociedad que ha perdido la cuenta de los años si revisamos su incansable historia. Diversas culturas lo manifiestan con distintos enfoques, sin embargo, todas se conjugan bajo un mismo principio: decidir pasar el resto de tu vida con la compañía de un ser amado, al menos, esa es la intención esencial.

Sin embargo, con el paso de los años esta costumbre se ha ido adaptando a los nuevos ideales y entornos culturales de cada región. Todos sabemos que no hace tantos años, este compromiso era arreglado y concretado por los padres que aseguraban matrimonios, sin el consentimiento de sus hijos.

Esto fue evolucionando hasta llegar a una época donde cada quien usaba su libre albedrío para tomar esta tan importante decisión, aunque el problema en esos años se reflejaba en la imposibilidad de retractarse o dar marcha atrás una vez que el matrimonio se había consumado.

Era raro y mal visto hablar de divorcios, y las parejas muchas veces continuaban sin que ellas mismas quisiesen, por los hijos, por la familia, los padres, por el qué dirán.

Ahora, las cosas son muy diferentes. En nuestro país los altos índices de divorcios muestran una realidad que refleja la extremadamente difícil decisión de compartir toda la vida a lado de una pareja. Y es que todos saben, que momentos antes de dar el paso, de pedir la mano, de proponer o aceptar, justo ahí, las dudas y la incertidumbre acosan a cualquiera:

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Claro que no es una decisión fácil, después de todo, compartirás íntimamente tu vida con alguien más, será la madre o padre de tus hijos, tu eterna pareja, tu compañía diaria. Los que han estado ahí, saben que incluso el verdadero amor se ve confrontado en estos momentos, aunque muchos dicen, que este, es un sentimiento diferente, es la seguridad y tranquilidad de realmente compartir toda una vida con esa persona especial, y digo especial, por que la química emocional, física, y sobretodo, de actitud y personalidad, marcan el rumbo de un futuro promisorio, o un arranque de locura que en unos años terminará cancelado en los tribunales civiles.

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En esta ocasión Gente en Acción desenreda este complejo tema y lanza una exploración por todo el miedo, nerviosismo e incertidumbre que momentos antes de que se consume el esperado matrimonio, pesan y recaen sobre aquellos que se dicen enamorados. Y es que al final de cuentas, si el sentimiento profundo de amor, entendimiento, compaginación, alegría y felicidad no se presentan, el matrimonio se reduce a un trámite, un papel, un contrato, una ceremonia que puede desbordarse en poco tiempo, si no existe una plataforma confiable desde donde partir.

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Miente el que dice que es fácil, pero también miente el que dice que es imposible.

Después de todo, es un momento crucial en la vida de cada uno, realmente es un momento único, por lo que los especialistas y expertos, recomiendan llevar las cosas con calma, dar un amplio espacio para el cabal conocimiento de ambas partes, la identificación, la convivencia, la armonía personal y de pareja, encontrar realmente con quien te gustaría despertar cada día por el resto de tu vida.

Y es que después de todo, el matrimonio vuelve a su forma original al simbolizar el amor entre dos almas, dos respiros que se complementan. La anhelada calma después de tantas tormentas. El refugio contra los obstáculos de la vida, la compañía, el sentirse unido a alguien, el saber que esa mano, siempre encontrará su pareja, su confort.

El matrimonio, después de todo, es humano, con trámites o sin trámites, sólo demuestra el eterno sentir de nuestra existencia compartida, querida, amada.

El no estar solo en este inmenso universo, el saber, que tu vida ya es de alguien, y tú eres alguien para aquella vida. Pero recordemos, no sólo puede ser un arranque de locura, preferiría decir que es una locura dulce y compartida, una locura para toda la vida. Amor y paz.

Ceder, compartir, disfrutar.


Para Grupo Fórmula, Alonso Monroy