paradoja pirata

Por Alonso Monroy



En los últimos años un extraño fenómeno se ha apoderado de las calles y rincones mexicanos. Como todo fenómeno ofrece una cara oscura que a muchos asusta, molesta e incluso irrita en sobremanera. Pero también, para otros se convierte en una estación que para su bolsillo sólo emana esperanza. Esta vez no hablamos de ningún tema psicológico, natural u onírico, esta vez, hablamos de esa desviación del sistema de consumo, que sin lugar a dudas trae vuelto loco al mundo. Algunos lo critican y lo buscan erradicar a toda costa, con todo y fundamentos legales, éticos, sociales y empresariales. Y otros simplemente lo entienden e incluso a veces lo aprovechan. Hablo de la piratería, de la invasión constante de productos de origen dudoso, que ofrecen el mismo concepto, pero de una manera totalmente diferente. Es decir, la relación calidad precio se ve deteriorada, pasando una nueva etapa, en la que se obtiene el mismo satisfactor, pero por muchas monedas menos. Hay quien dice que la piratería es el cáncer de los bienes de consumo y su compra venta, que debilita poco a poco a la industria comercial, en cualquier sentido que esta se refiera. Pero también hay voces que apuestan por un respiro a los altos precios que los grandes consorcios y procesos mercadológicos ya han establecido, es decir, una alternativa que nunca podrá tener la misma calidad, pero que por lo menos es mucho más accesible.

Hablar de piratería en estos días es sumamente delicado. Por un lado todos la rechazamos, pero al mismo tiempo, todos buscamos la mejor opción económica. Incluso el concepto de copia, y más barata comienza a ganar terreno en nuestras mentes, repito, a pesar de que sea ilegal y mal vista.

En México, la falluca, o piratería ya ofrece varios años de historia, y ha sobrevivido a pesar de todos los intentos de los grandes consorcios y la justicia mexicana de ser erradicada. Se escuchan voces que la catalogan como un mal necesario, otras que simplemente la encierran como el cáncer del sistema empresarial. Lo cierto es que existe, y la gran mayoría de la población la ha probado, sin decir que sea el camino recomendable, esto es parte del fenómeno.

Si hablamos de fayuca o piratería, tenemos que ubicar el movimiento que en los últimos años ha sucumbido México en tantos sentidos. Es la llegada de una línea comercial de imitación y bajos precios que estábamos poco acostumbrados a percibir.

Hay quien dice que es en realidad una invasión, con lo bueno y malo que esta siempre deja. Me refiero a la llegada masiva, masiva de productos de imitación de origen asiático, en especifico chino. Desde hace aproximadamente una década, las calles y puertos libres mexicanos empezaron a vislumbrar la llegada de una enorme gama de productos piratas con estas características.

Es por eso, que la famosa y tan llamada invasión china de productos similares que han poblado las fayucas, los tianguis y mercados, hoy en día se convierte en la manzana de la discordia, y es que es tan variada, que atenta y amenaza con la producción, aunque no sea formal, pero al fin y al cabo producción mexicana.

La cultura comercial asiática ha llegado por completo a nuestro país, ofreciendo no sólo productos piratas, o no registrados, si no todo un pastel comercial alternativo a lo que estábamos vistos.

Hoy las caricaturas, logos, películas, juguetes y juegos de pólvora chinos, dejan una brecha grande en muchos lugares sobre los mexicanos. Muchos saben que la calidad china deja mucho que desear, otros dicen que son productos ingeniosos, lo cierto, es una realidad de la que no podemos ser ajenos, pasa en nuestras calles, y pasa por algo.

¿Será por que ya los precios de tantos y tantos bienes de consumo se han elevado por los cielos?